El Santuario

Los Redentoristas llegaron aquì en Bussolengo gracias al interès y tenaz insistencia de Don Giuseppe Turri, sacerdote del lugar, el cual tenìa la fuerte intenciòn de reactivar un ex-convento franciscano ubicado a orilla del Rio Adige.
Don Turri habìa conocido la Congregaciòn en 1830 a Viena, en donde aùn estaba vivo el recuerdo de S. Clemente Maria Hofbauer, promocionador del Instituto Alfonsiano màs allà de los Alpes. Solo 27 anos màs tarde la Congregaciòn fundada por San Alfonso pudo meter piè a Bussolengo. La inauguraciòn oficial de la nueva casa fue fijada en la fecha del 2 de agosto de 1857. La devociòn a La Virgen Marìa bajo el tìtulo de Madre del Perpetuo Socorro iniciò en el 1875 con la llegada desde Roma de una copia del sacro ìcono autenticado, el nùmero 207 bendecido por el Beato Pio IX.
Los orìgenes del Santuario de la Madre del Perpetuo Soccorso de Bussolengo son muy antiguos (VIII sec). La primera capilla (la actual sagrestìa) habìa sido dedicada a S. Mario y luego a S. Zeno,

image

a S. Valentino alle Bastie y a S. Francisco (1595) con la llegada de los Franciscanos y, al final, con los Redentoristas (1875), a la Madre del Perpetuo Socorro.
Los Franciscanos se encargaron de construir el convento tipo claustro al final del siglo XVI, y de ampliar la iglesia como se desprende aùn en el dìa de hoy por algunas fechas: 1614 y 1615, esculpidas respectivamente sobre el arquitrave del portal de la fachada de la iglesia y encima del estìpite de la puerta de la sagrestìa. Estas fechas parecen indicar con suficiente atendibilidad las fases conclusivas de reedificaciòn de la iglesia, la cual, como recuerda otra làpida en la parte alta de la fachada, en el ano 1731 fue ulteriormente ampliada y realzada. El Santuario fue de nuevo reestructurado por los Redentoristas en los ùltimos anos ‘60 con una compleja obra de caràcter arquitectònico (Arq. Banterle) y la anadidura de dos preciosas naves laterales.
En el interior de la iglesia se pueden admirar telas de pintores veroneses del siglo XVI°. Detràs del altar mayor està la tela de Santo Prunati que representa la glorificaciòn de San Francisco. Sobre el lado izquierdo de la nave central un cuadro de Biagio Falcieri representa la “Expulsiòn fuera del Templo”; sobre el lado derecho “San Francesco a La Verna que recibe las Estìgmatas”, tela de Felice Cignaroli. Junto al altar mayor se levanta la cruz con la copia del Cristo en bronce del Tacca.
Ademàs de estas preciosas obras de arte, al lado de la iglesia es posible admirar también una singular joya de la arquitectura veronesa del siglo XVII: el claustro franciscano del 1636, recientemente restaurado.
En el conjunto de la vita del Santuario, particular importancia adquieren la Novena de la Inmaculada, las festividades navidenas y pascuales y en manera especial el Mes de Mayo que ve reunirse alrededor de la Virgen del Perpetuo Socorro numerosos devotos y que se concluye con una solemne procesiòn que recoge los fieles de todo el vecindario y que interesa a toda la ciudad de Bussolengo. El Santuario tiene su linda Revista devocional y formativa: El Socorro Perpetuo de Marìa.



Historia del Icono

Segùn una antigua tradiciòn, el precioso icono de la Virgen del Perpetuo Socorro, que remonta al XIV siglo, fue llevada a Roma desde la isla de Creta por un mercante hacia final de 1400. De 1499 hasta 1798, el icono fue expuesto en la iglesia de San Matteo en Roma (ubicada cerca de la actual Iglesia de San Alfonso, en Via Merulana 31).
Durante la primera ocupaciòn de las tropas francesas en Roma en el ano 1798, la iglesia fue destruida, pero la imagen de la Virgen fue salvada y en el 1819 la misma fue colocada en la iglesia de Santa Marìa en Posterula atendida por los Agustinos irlandeses. El icono cayò en el olvido por casi setenta anos. Despuès de este periodo, un gesuita, predicando, hablò de la historia del cuadro desaparecido. Fue entonces que Michele Marchi, futuro Redentorista, se recordò que el icono original estaba conservado en la iglesia de Santa Marìa en Posterula, a orilla del Rio Tiber, donde tiempo atràs èl habìa servido como monaguillo.
La Congregaciòn de los Redentoristas, fondata por San Alfonso en 1732, pidiò al Papa Pio IX de poder conservar la famosa imagen en la iglesia de San Alfonso en Via Merulana, edificada en 1859 justo cerca del lugar en donde antes surgìa la iglesia de San Mateo.

image

Despuès de ser restaurada por el pintor polaco Leopold Nowotny, el sagrado ìcono fue entronizado en esta nueva iglesia el 27 de abril de 1866.
El 5 de mayo sucesivo, el Papa Beato Pio IX, visitando el santuario, recién inaugurado, encomendò a los Redentoristas la misiòn de hacer conocer la imagen en todo el mundo. En los cien anos transcurridos desde la entrega del ìcono, los Redentoristas, que luego conocieron una expansiòn sin precedentes en todos los continentes, llevaron copias autènticas del icono en muchos paises, hacièndolo el màs conocido en todo el mundo.



El Claustro Franciscano

El 14 de junio 1596 el Obispo de Verona daba licencia a la erecciòn a Bussolengo del convento de los Frailes Menores Observantes. La construcciòn fue conducida desde el inicio segùn un preciso proyecto que preveìa, como ya dicho, tambièn la ampliaciòn de la iglesia existente dedicada a los Santos Zenòn y Valentino.
El convento, caracterizado por un admirable espacio claustral de forma cuadrangular, fue ultimado en 1624, cuando fue colocado en el medio del patio el elegante y artìstico pozo, de la escuela del Sansovino, en piedra blanca y dos columnas que rigen un arquitrave adornado de un fregio (sobre el cual justamente està escrita la fecha) y de un rica “cimasa” terminal. La construcciòn debiò proceder con una cierta gradualidad, a la medida de los recursos financieros derivados da limosnas y aportes de la poblaciòn.
Hoy el claustro, luego de un reciente trabajo de restauraciòn, se presenta casi ìntegro, volvièndose un precioso testimonio de aquella vida cenobìtica y franciscana ritmada por fèrreas reglas y gestos cotidianos.

image

Circumdado de pòrticos a cada lado, el claustro constituìa el nùcleo vital a cuyo alrededor se articolaba y de desarrollaba el organismo monàstico; por eso tal espacio es la parte màs rica y ornamentada del complejo conventual. Al hacer ùnico en su gènero el claustro franciscano, hoy de los Padres Redentoristas de Bussolengo, es su rica decoraciòn pictòrica (1638) y la elegante partitura arquitectònica.
En el espacio del subporticado, un ciclo completo de frescos, obra del Muttoni, representa la vida y los milagros de San Francisco. Las 45 lunetas, pintadas en correspondencia con la apertura de cada arco, son un testimonio de indudable valor por la calidad artìstica de la obra. Autor de los frescos ha sido el senor Bernardino Muttoni el Viejo, pintor de claustros muy conocido en el veronese. Los recientes trabajos de restauraciòn han permitido recuperar la original frescura cromàtica del ciclo pictòrico. Durante el perìodo navideno el claustro ofrece una apreciada exposiciòn de pesebres, grandes y pequegnos.



Mensaje del Icono

Nuestra imagen en realidad es un “Icono”, palabra griega que significa justamente “Imagen”. la nuestra es uno de los Iconos màs difundidos en el mundo tambièn porquè està entre las màs copiadas. El icono de origen oriental se propone de transmitir, màs que una simple representaciòn de un sujeto sagrado, un contenido de caràcter espiritual. En la obra todo tiene un significado especìfico: los colores, los gestos, las miradas, los monogramas, hasta los màs pequegnos detalles.
Como se sabe, los monjes acostumbraban usar imàgenes como esta en la predicaciòn al pueblo. Nuestra imagen de la Madre del Perpetuo Socorro en los sìmbolos representados contiene una tal densidad que comunican a quien la miran un mensaje cristiano riquìsimo. En caracteres griegos tenemos los nombres de las cuatro figuras representadas en el ìcono. Ademàs de la Virgen, està representado Jesù Cristo y los Arcàngeles Gabriel y Miguel que muestran los instrumentos de la Passiòn: la cagna, la esponja, la lancha, los clavos y la cruz. El Nino Jesùs, espantado por esta visiòn, se agarra al los brazos de la Madre.

image

El artista, queriendo representar la angustia del Cristo a la vista de los sìmbolos dolorosos, indicados por los Angeles, con un gesto claramente humano, ha pintado la pequegna sandalia derecha que se desliza del piè del Nino a causa del movimiento repentino que èl cumple en el darse vuelta. Mientras el Nino se agarra estrechamente a la mano que Maria le tiende para consolarlo, los ojos de la Virgen, llenos de compasiòn, se dirigen hacia aquel que està mirando la escena.
El fondo del ìcono, de color oro, indican los valores perennes y dona al mensaje del cuadro un caràcter de eternidad. Maria, quièn tan profundamente participa de la pasiòn del Hijo, invita a toda la humanidad a unirse con decisiòn al Redentor, siguiendo su ejemplo. En esa intuiciòn, que surge de la imagen misma, es posible entrever en Marìa el modelo y la Madre de la Iglesia.
El cuadro de la Virgen Madre del Perpetuo Socorro, por su profundidad simbòlica, es un verdadero y propio libro de meditaciòn. En el contemplarlo se tiene la posibilidad de sondear y captar el sentido del Misterio del Cristo y del rol que en el mismo ha tenido la Madre. La manera en que la Virgen estrecha y ofrece seguridad al Hijo, dona al cristiano la certeza de poder ser auxiliado por esta Madre en los momentos de angustia y de aflixiòn.